Las cosas nacen por inquietud, y por la necesidad de compartir;
de mostrar, de dar, y por mera satisfacción(super) personal.
Así esto de la fotografía, poco a poco, toma tras toma. Un juego,
donde la luz y su contraste, saltan y se esconden.
Eso me llama, me atrae, me mueve y mueve mis pasos, buscando
darle precisión a mi lente y ¨jalar el gatillo¨justo donde el momento quiere extinguirse para siempre,
por siempre. Nada regresa.
Esa risa, ese salto, esa gota de agua, esa lluvia de hojas en otoño,
y esa lluvia de hojas en el viento, esas palomas, y esos pichones, todos, todos reinventan un algoritmo,
moméntaneo. Simple. Ellos no cuentan el parpadeo. Ni esperan a posar.
La naturaleza es atrevida, y atreverme a capturarla, es lisonjeramente atractivo.
Y ahí vamos, al polvo, queriendo reiniciar.